Coaching y el desencanto profesional.
- OSCAR PORTALES
- 16 mar
- 4 Min. de lectura
El desencanto profesional es un fenómeno cada vez más común en las organizaciones de todo tipo. Es un sentimiento de desmotivación y desilusión que se apodera de los individuos, empujándolos a desconectarse emocionalmente de su trabajo y de los objetivos que alguna vez los motivaron.

Sin embargo, una de las dinámicas más complejas y profundas que se observa en muchas personas que experimentan este desencanto es que lo asumen como una condición natural, como si fuera algo inevitable. Peor aún, se protegen psicológicamente justificándose que cualquier intento por revertir esta situación no tendría ningún impacto positivo, ya que creen que no funcionaría cambiar su perspectiva profesional.
Para comprender cómo llegamos a asumir el desencanto profesional como algo natural, debemos primero explorar sus raíces. El trabajo, que en su origen debía ser una fuente de satisfacción y crecimiento personal, ha sido históricamente transformado en un simple medio para alcanzar seguridad económica. La saturación de tareas rutinarias, la falta de reconocimiento y la presión constante por cumplir con estándares organizacionales muchas veces inalcanzables han dejado a los trabajadores sintiendo que su aporte es mínimo, si no insignificante.
Además, la cultura del "éxito a toda costa" que predomina en muchas organizaciones crea un entorno tóxico en el que el agotamiento físico y emocional se vuelve una norma. De esta forma, el desencanto no solo se convierte en un fenómeno personal, sino también estructural, promovido por las propias dinámicas laborales. Sin embargo, lo que realmente agrava esta situación no es solo la existencia de estos factores externos, sino la manera en que los individuos internalizan la idea de que este desencanto es inevitable y, en muchos casos, hasta aceptable.
Una de las respuestas más comunes ante el desencanto profesional es la resignación. Las personas que atraviesan este proceso muchas veces se protegen psicológicamente mediante un mecanismo de defensa que les permite justificar su desmotivación. "Es normal sentir que el trabajo es solo un medio para vivir", "la motivación no dura para siempre", "todos pasan por esto", son frases que se repiten en la mente de muchos trabajadores como una manera de mitigar la sensación de vacío o frustración.
Este tipo de justificación no solo normaliza el desencanto, sino que lo convierte en algo que, de alguna manera, parece inevitable. A través de esta autocomplacencia, las personas se niegan a ver que existe la posibilidad de una alternativa. Este mecanismo de defensa puede, incluso, extenderse a una actitud pasiva, en la que se siente que cualquier intento por cambiar la situación sería inútil. La respuesta mental inmediata es que "no vale la pena intentar mejorar la situación, porque nada cambiaría realmente".
Esto se debe en parte a la sensación de impotencia que muchas personas experimentan cuando intentan modificar algo que parece fuera de su control. En lugar de tomar acción para transformar su perspectiva profesional, prefieren abrazar el desencanto como una parte aceptable de la vida laboral. Es más fácil rendirse que enfrentar el desafío de cambiar.
El problema con esta justificación es que, al asumir el desencanto como algo natural y aceptar que no hay nada que hacer al respecto, las personas se condenan a sí mismas a un ciclo vicioso. Cuanto más se permiten caer en la trampa de la resignación, más difícil les resulta tomar medidas para revertir la situación. Este ciclo de desmotivación, justificación y falta de acción alimenta constantemente el sentimiento de desencanto, creando un entorno laboral mentalmente tóxico.
Romper este ciclo de desencanto requiere un enfoque consciente y decidido para revertir la mentalidad pasiva. El primer paso es reconocer que el desencanto no es una condición inevitable, sino una respuesta emocional que puede ser gestionada y transformada. Cambiar nuestra perspectiva profesional implica abandonar la justificación de que "no funcionaría" y asumir la responsabilidad de nuestras emociones y actitudes frente al trabajo.
Una de las formas de hacerlo es establecer metas pequeñas y alcanzables que devuelvan el sentido de logro y satisfacción. También es crucial crear un ambiente que favorezca el aprendizaje y la innovación, incluso en el trabajo rutinario. Reconocer que tenemos el poder de modificar nuestra actitud frente a las dificultades y elegir una visión más positiva y proactiva puede ser un paso fundamental hacia la recuperación del entusiasmo profesional.

Además, la conexión con otros colegas que compartan la misma disposición hacia el cambio puede ser una fuente poderosa de motivación y apoyo. El trabajo en equipo y la colaboración no solo fomentan la creatividad, sino que también pueden devolver la sensación de pertenencia y propósito.
El coaching puede ayudar a eliminar el desencanto profesional al promover la autoconciencia y la reflexión, permitiendo que las personas identifiquen las causas de su desmotivación. A través de preguntas poderosas, los coaches guían a los individuos a redescubrir sus valores y objetivos, lo que reaviva su propósito. El coaching fomenta una mentalidad de crecimiento, ayudando a cambiar perspectivas negativas y a establecer metas claras. Además, fortalece la resiliencia, permitiendo a las personas manejar mejor los desafíos y adaptarse al cambio. Con un enfoque personalizado, el coaching impulsa la acción positiva, renovando la motivación y el entusiasmo.
" Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle".
Stephen Hawking.



