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Coaching y el diseño del futuro.

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Nos han repetido hasta la saciedad que para avanzar hay que mirar atrás. Que el pasado tiene todas las respuestas, que la historia enseña, que los errores se evitan con memoria. Y sí, puede haber algo de verdad en todo eso. Pero también es cierto que esa idea puede convertirse en una jaula invisible. ¿Y si para diseñar el futuro no fuera necesario entender el pasado? ¿Y si no mirar atrás fuera, a veces, la única manera de crear algo realmente nuevo?

Piénsalo por un momento. ¿Cuántas veces te dijeron “eso ya se intentó”, “eso no funcionó antes”, “así no se hace”? Lo que no suelen decir es que las ideas más transformadoras nacen justamente cuando alguien decide ignorar todo eso. Cuando alguien se atreve a preguntar: ¿y si lo hacemos diferente?


El pasado no siempre es sabio


No todo lo que vino antes es lección. A veces es solo costumbre. A veces es miedo disfrazado de experiencia. Y muchas veces, es simplemente otra época. El mundo cambia a una velocidad que deja obsoletos los manuales de antes. Los desafíos que enfrentamos hoy —crisis climática, inteligencia artificial, nuevas formas de vivir y trabajar— no se parecen a nada que hayamos vivido. ¿Qué puede enseñarnos el pasado sobre cómo convivir con algoritmos que piensan o con un planeta que se calienta sin freno?

Además, el pasado no es tan claro como creemos. Es una historia contada muchas veces por quienes tenían el poder de contarla. No todo está ahí, ni todo lo que está es verdad completa. Entonces, ¿por qué deberíamos usarlo como mapa obligatorio para el futuro?


Imaginación: ese músculo olvidado


Diseñar el futuro no es reconstruir lo que fue. Es imaginar lo que todavía no existe. Es mirar el presente con honestidad brutal, detectar lo que ya no funciona, y tener el valor de inventar otra cosa. Es más parecido al arte que a la historia. Es un salto de fe, no una fórmula repetida.

Las ideas que cambian el mundo rara vez salen de un archivo. Salen de personas que se atreven a romper lo que parecía sagrado. Gente que no pide permiso al pasado para crear lo nuevo.

Mira a tu alrededor: ¿qué avances importantes de los últimos años surgieron por seguir las reglas? Casi ninguno. La mayoría nació de alguien que pensó fuera del guion. Porque, seamos honestos, los grandes cambios nunca vienen de quienes siguen el camino marcado, sino de quienes se atreven a hacer un nuevo camino.


Cuando el pasado pesa más de lo que guía

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A veces, lo que arrastramos no son enseñanzas, sino cadenas. La obligación de repetir lo que ya se hizo, la presión de respetar tradiciones que ya no encajan con el mundo que vivimos. El pasado, si no tenemos cuidado, se convierte en una excusa para no cambiar.

Y es entendible: lo conocido da seguridad. Pero también puede anestesiar nuestra capacidad de soñar. ¿Cuántas ideas se quedaron sin nacer por miedo a romper con lo anterior? ¿Cuántas veces hemos dejado de crear por no “traicionar” lo que fue?

Diseñar el futuro debería ser un acto libre, no una deuda con el pasado.


El futuro se diseña con preguntas, no con respuestas


La verdadera creación nace cuando dejamos de buscar garantías en lo viejo y empezamos a hacer preguntas nuevas:— ¿Qué queremos que sea distinto?— ¿Qué parte del mundo ya no nos representa?— ¿Qué pasaría si lo intentamos de otra manera?

Preguntas incómodas, sí. Pero necesarias. Porque las respuestas del pasado, por sabias que parezcan, fueron hechas para problemas que ya no existen.


¿Entonces tiramos el pasado a la basura?


No. El pasado puede ser hermoso, inspirador, hasta útil. Puede servir de espejo, de advertencia, de referencia. Pero no debería ser una condición para crear lo que viene. Debería estar ahí como opción, no como mandato.

A veces nos servirá mirar atrás. Pero otras veces lo más valiente será mirar solo hacia adelante, confiar en nuestra intuición, y construir algo que nunca existió. Y eso está bien.


Soltar para crear

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No necesitas entender toda la historia para escribir una nueva. No necesitas desenterrar todos los errores pasados para atreverte a soñar en voz alta. Lo que necesitas es claridad sobre lo que ya no te sirve, coraje para imaginar lo que podría ser, y libertad para construirlo sin pedir permiso.

El futuro no te espera en los libros de antes. Te espera en tu capacidad de imaginar sin miedo. Porque a veces, para cambiar el mundo, hay que soltar el pasado y atreverse a dibujar desde cero.

 
 
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