Coaching y la gestión de problemas.
- OSCAR PORTALES
- 21 feb
- 3 Min. de lectura
En nuestra vida cotidiana, estamos rodeados de problemas: dificultades en el trabajo, problemas familiares, retos emocionales, económicos o de salud. Es una constante, un recordatorio de que la existencia humana no está exenta de desafíos. Sin embargo, hay una perspectiva interesante y transformadora que plantea que no siempre debemos abordar los problemas directamente, debido a su naturaleza infinita. Si intentamos solucionarlos uno a uno, nos encontraríamos atrapados en un ciclo sin fin. En cambio, la verdadera solución podemos encontrarla en un enfoque más profundo y radical: abordar al ser mismo y ayudarlo a crecer.

Los problemas son inevitables. Cada vez que solucionamos uno, parece que otro surge para ocupar su lugar. Si tratamos de resolverlos todos, nos encontramos constantemente en una carrera interminable, luchando contra el caos que nos rodea. Esta perspectiva plantea una realidad inmutable: los problemas son una parte esencial de la experiencia humana. De hecho, cuanto más tratemos de abordar cada uno de ellos de manera aislada, más nos adentramos en un círculo vicioso donde el sufrimiento y la frustración se perpetúan.
Es natural que queramos encontrar soluciones rápidas y definitivas a los problemas, pero esta búsqueda solo puede ser frustrante si no se entiende que los problemas, en su esencia, son parte de un flujo constante que acompaña al ser humano. Por lo tanto, intentar resolver cada uno de ellos de manera directa es, en última instancia, una tarea que nunca termina. Podríamos estar dedicando toda nuestra vida a solucionar nuestros propios problemas.
La verdadera solución no radica en atacar los problemas, sino en abordar al ser mismo que los percibe. ¿Qué significa esto? Significa que, en lugar de centrarnos en resolver los problemas específicos, debemos enfocar nuestra energía en el crecimiento personal, en la expansión de la conciencia y en el desarrollo de una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Al trabajar en nuestro ser interior, cultivamos una mayor resiliencia, capacidad de adaptación y perspectiva. Nos volvemos más conscientes de nuestras emociones, pensamientos y reacciones. Cuando el ser se desarrolla y crece, su capacidad para enfrentar las dificultades de la vida también crece. Los problemas, aunque continúan existiendo, pierden su poder de afectarnos de la misma manera.
El crecimiento personal no solo se trata de adquirir habilidades o conocimientos, sino de un cambio profundo en nuestra manera de percibir la vida. Cuando nuestro ser se eleva a un nivel más profundo de conciencia, nos volvemos más equilibrados, más centrados, más conectados con nuestra esencia y más capaces de ver las situaciones desde una perspectiva más amplia.
Esto no significa que los problemas desaparezcan por arte de magia. Sin embargo, nuestra relación con ellos cambia. Dejamos de verlos como obstáculos insuperables y comenzamos a verlos como oportunidades para aprender, evolucionar y fortalecer nuestro ser. Un ser más consciente, más maduro, se enfrenta a los desafíos con calma, con sabiduría y con una actitud de aceptación.
Cuando nos enfocamos en el crecimiento personal, los problemas se desvanecen gradualmente. Esto ocurre porque los problemas no son entidades separadas, sino manifestaciones de nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. A medida que cambiamos nuestra forma de ser y de entender la vida, la naturaleza de los problemas se transforma. Dejamos de estar atrapados en sus garras, y comenzamos a verlos como parte de la experiencia humana que puede enseñarnos algo importante.

Además, al crecer como seres humanos, desarrollamos una mayor capacidad de resiliencia. Nos volvemos más hábiles para manejar las emociones y los pensamientos que surgen cuando nos enfrentamos a dificultades. Aprendemos a actuar con calma en lugar de reaccionar de manera impulsiva. Esta madurez nos permite navegar por la vida de manera más fluida, sin quedarnos atrapados en los detalles de los problemas.
La verdadera solución a los problemas radica, por lo tanto, en el trabajo interior, en el fortalecimiento del ser, en el crecimiento personal. Este enfoque no solo nos ayuda a enfrentar los problemas de manera más efectiva, sino que también nos permite vivir de manera más plena y consciente. Al enfocarnos en nuestra propia evolución, los problemas dejan de ser algo que nos define, y se convierten en meros desafíos que nos acompañan mientras seguimos avanzando en nuestro camino de crecimiento.
Un proceso de coaching individual es una herramienta muy útil para ayudarte a incrementar tu conciencia interior, aumentar tu autoconocimiento y potenciar tu crecimiento personal, haciendo posible una gestión más fluida de las circunstancias que te acompañan a lo largo de tu recorrido vital. Un cambio de perspectiva en este sentido puede convertirte en alguien que logre gozar de un mayor bienestar.
"La solución a los problemas que ves en tu vida,
es vivir en tal forma que desaparezca lo problemático".
Ludwing Wittgenstein.



